Un viaje muy bien aprovechado. Así ha sido esta ruta por Oporto, donde hemos disfrutado de las visitas culturales y de la gastronomía, a pesar de la lluvia que hemos tenido algunos días.
Nada más aterrizar en Oporto hicimos un tour guiado por la ciudad que empieza en la espectacular librería Lello, que seguro que inspiró a J.K. Rowling, la creadora de Harry Potter, ya que vivió dos años en Oporto. A medida que vamos descubriendo la ciudad y sus lugares más emblemático, como la estación de São Bento, constatamos que Oporto es preciosa. El hotel donde nos alojamos, muy céntrico, es también muy bonito y en el restaurante donde cenamos, degustamos de un buen vino.
En Coïmbra, el recibimiento de los estudiantes con sus capas cuando visitamos la universidad nos confirma la importancia de las tradiciones en Portugal. Su Biblioteca Joanina erigida en el siglo XVIII es impresionante. Aquí la guía local nos explica que hay murciélagos y que salen de noche a comerse las polillas, ayudando así a la conservación de los libros. La capilla de San Miguel y la catedral de Coïmbra también merecen una visita y una foto de grupo.
El tercer día empieza el temporal de lluvia y viento, pero eso no nos impide cruzar las montañas a bordo de nuestro autobús, subir hasta el Santuario de Nuestra Señora de los Remedios en Lamego y visitar la casa del famoso vino rosado portuguès Mateus en Vila Real.
La lluvia nos sigue acompañando el cuarto día de viaje, durante el cual vamos a Braga para conocer la catedral más antigua del país y que, para sorpresa de todos, atesora una urna con una relíquia del papa Juan Pablo II, concretamente, ¡un cabello! Después en Guimaraes no podemos parar de hacer fotos y es que es un pueblo bien bonito y, además, comemos un bacalao exquisito.
En Barcelos, donde visitamos las ruinas del Palacio y el Museo Arqueológico, es obligado sacarnos otra foto de grupo con el famoso Gallo de Barcelos, símbolo de buena suerte y de Portugal.
Por fin dejamos atrás la lluvia, que ya parecía un miembro más de nuestro grupo, y realizamos visitas por Oporto, donde todavía nos quedan rincones por descubrir. Nos quedamos alucinados con los 400 kg de oro que hay en la iglesia San Francisco y con sus catacumbas. El Palacio de la Bolsa, declarado monumento nacional, también nos maravilla, especialmente la Sala Árabe, ni más ni menos que 300 metros cuadrados inspirados en la Alhambra de Granada. ¡Nos deja boquiabiertos!
Y no podemos terminar la ruta de descubrimiento de joyas portuguesas sin visitar la bodega de vino de Oporto más antigua, la Burmester, y sin volver a probar una de las 365 maneras de cocinar un bacalao. Ya lo decíamos al principio que este ha sido un viaje cultural y gastronómico.